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lunes, 11 de abril de 2011

Riesgos con cadáveres generados a partir de epidemias





La pandemia (H1N1) 2009 ha sacado a relucir el tema del manejo de los cadáveres de personas fallecidas a causa de una epidemia. La OPS ha preparado estas pautas para ayudar al público en general sobre las medidas a tomarse, y los riesgos que presentan estos cadáveres.

Generalidades

Las epidemias que han registrado un gran número de víctimas se han producido por enfermedades como la peste, el cólera, la fiebre tifoidea, la tuberculosis, el ántrax, la viruela y la influenza. A pesar de ser enfermedades muy contagiosas, sus agentes causales no sobreviven mucho tiempo en el cuerpo humano tras la muerte, por lo que es poco probable que tales epidemias se propaguen por el contacto con cadáveres.
El VIH permanece activo en cadáveres conservados a dos grados centígrados entre 6 y 15 días y la influenza persiste activa en el ambiente sólo hasta un día. (1) Por lo tanto, si se toman las medidas necesarias de higiene básica y bioseguridad, los cadáveres no propagarán enfermedades incluso cuando la causa de muerte se deba a agentes infecciosos.
Una epidemia puede hacer que disminuya la capacidad operativa en cuanto a recursos humanos y servicios externos necesarios para el funcionamiento adecuado en las instituciones de gobierno y del sector salud por lo que será conveniente considerar los siguientes aspectos:
  • Se debe evitar llevar cadáveres a las instituciones hospitalarias porque los hospitales no tienen la capacidad de almacenaje de cuerpos suficiente. En este sentido, es importante contar con planes que definan otros espacios y entidades dispuestas para estas eventualidades.
  • Se deben definir procedimientos claros para retirar víctimas de las casas, de los centros de ancianos, y de otros lugares, así como la forma de gestionar esos cadáveres, incluirlos dentro de los análisis de confirmación de casos y definir su disposición final.
  • Lo anterior debe ir asociado a un plan que disponga los recursos humanos y de transporte suficientes para desarrollar estas labores. Es importante asegurar que el personal voluntario o recién incorporado tenga una capacitación rápida, conozca los procedimientos, tenga la supervisión y disponga de los elementos adecuados para su protección.

Cadáveres e infección

  • Hay enfermedades como la Hepatitis B y el VIH que tienen mayor capacidad de contagio que otros agentes patógenos (la Hepatitis B presenta un riesgo de contagio entre 6% y 30%, mientras que el VIH es de 0.5%). (2)
    Los contagios pueden darse en accidentes con elementos punzantes contaminados como huesos, agujas o elementos relacionados con los cadáveres, ante accidentes por lesión de la piel en procedimientos quirúrgicos o por contacto de secreciones con las mucosas o con la conjuntiva ocular. Por lo tanto, es necesario contemplar las medidas de protección o de bioseguridad habituales: mascarilla, gafas y guantes de caucho dobles.
  • En epidemias es necesario protocolizar el uso adecuado de los equipos de protección personal (PEP), para los familiares que reconocen los cuerpos, así como para los trabajadores de morgues, funerarias y vehículos de traslado del mismo modo que lo tiene el personal asistencial.
  • Por lo general no se requiere el embalaje en bolsas para cadáveres, a excepción de algunos cadáveres que generan abundantes secreciones y hemorragias (virus hemorrágicos, cólera, etc.) o tienen lesiones amplias como los generados por eventos traumáticos.
  • Si el personal se protege contra los agentes de mayor riesgo los de menor riesgo estarán cubiertos.

Coordinación

  • El plan de manejo de cadáveres no es un tema exclusivo del sector salud y requiere de planificación previa y coordinación con las autoridades civiles, gubernamentales, militares y de policía, a nivel nacional y regional, con el fin de agilizar la toma de decisiones y destinación de recursos.
  • El plan debe contemplar acciones de coordinación también con la sociedad civil, entidades religiosas y medios de comunicación a fin de garantizar la difusión efectiva de medidas adoptadas en el desarrollo de la atención de las epidemias en aras de preservar la salud pública.

Servicios religiosos y disposición final

  • El mayor riesgo por contagio es la exposición a personas infectadas vivas, la proximidad y el contacto sin protección.
    Los servicios religiosos tienen el riesgo de aglomerar muchas personas lo que hace mayor la probabilidad de contagio. En este sentido, se recomienda considerar la reglamentación de los servicios funerarios con las autoridades civiles y plantear la posibilidad de realizar servicios privados y rápidos.
  • Las decisiones apresuradas de cremaciones o entierros masivos, o la disposición inadecuada de cadáveres puede evitarse asesorándose por los expertos de salud pública y de manejo de cadáveres. Los encargados de medio ambiente deberán definir los sitios adecuados y los mecanismos de gestión de las áreas destinadas a cementerio. Asimismo, es necesario preservar las fuentes de agua y el medio ambiente.
  • En general se deberán tomar en consideración las recomendaciones de la OPS para el manejo de cadáveres en situaciones de desastre.

Referencias bibliográficas
  1. Morgan, Oliver. Infectious disease risks from dead bodies following natural disasters. Rev Panam Salud Publica, May 2004, vol.15, no.5, p.307-312. ISSN 1020-4989.
  2. Morgan, Oliver - ed. La gestión de cadáveres en situaciones de desastre: guía práctica para equipos de respuesta. Washington. D. C. OPS, 2006.
 

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